miércoles, 10 de julio de 2013
martes, 9 de julio de 2013
Cuatro deberes esenciales en la crianza de los hijos
¿Cuáles
son nuestras principales responsabilidades en la crianza de nuestros hijos?
Para algunos padres, su objetivo final, como educadores, es la autonomía de sus
hijos. Otros hablan de querer la auto-realización de sus hijos. Para otros padres, el objetivo es asegurar la
felicidad de su hijo. Muchos padres cristianos prefieren decir que
ellos quieren la salvación de sus
hijos ¿Cómo vamos a llegar a estos resultados? La pregunta presupone que el
resultado final no vendrá por casualidad. Necesitamos un plan de acción.
¿Cuáles son los elementos esenciales de dicho plan?1
Vamos a
examinar desde una perspectiva cristiana los principios que están detrás de
estos deberes fundamentales.
Transmitiendo la
revelación de Dios a los hijos
El
primer deber de los padres creyentes según la Biblia es la de transmitir la Palabra de Dios a sus
hijos: “Y estas palabras que yo te mando…
las repetirás a tus hijos” (Deuteronomio 6:6,7). Estas enseñanzas de los
escritos de Moisés significan que se espera que los padres doten a sus hijos de
la mejor referencia espiritual y moral, para transmitir el amor por la revelación
divina. Conocer la Biblia,
capacitará a nuestros hijos a encontrar sus puntos de referencia en la vida.
Es
importante que la última referencia espiritual y moral para los hijos no sean
los propios padres. La originalidad de la crianza bíblica descansa en el hecho
de que se refiere a una autoridad que está más allá de la de los padres. Esta
idea es revolucionaria en comparación con otros modelos educativos. Todos los
educadores humanos, incluso los profetas, no son omniscientes. Ellos son
falibles. Ellos cometen errores. Por
ello, los padres deben hacer referencia a Dios y a la ley que está por encima
de todos los seres humanos, incluyendo los padres.
Tener el
mismo libro, la Biblia,
para la educación de los padres y los hijos tiene consecuencias importantes
para los padres. Es bien sabido que los hijos aprenden por imitación. Ellos
hacen lo que ven hacer a otros. Ellos necesitan ejemplos coherentes. Un hijo
que desea obtener permiso para hacer algo, se siente tentado a ir de un padre
al otro, para conseguir lo que él quiere. Si los padres no están de acuerdo
entre ellos, sus disensiones producirán confusión en la mente del niño. Un
mensaje claro y coherente de ambos padres es necesario para construir un
carácter fuerte en el niño. Si ellos no pueden alcanzar la armonía perfecta, es
importante que los padres estén unidos en los puntos fundamentales. Para llegar
a un acuerdo, la negociación a veces será necesaria entre los padres. La Omnipotencia por
parte de uno u otro padre, abdicará cuando ambos se refieran al conjunto común
de valores éticos en las Escrituras. Solamente en esta dirección, la
estabilidad tanto de los niños y los padres se encuentran.
Encabezar
una dirección como padres, aunque tengan un enfoque común y sean coherentes, no
es suficiente por sí misma; esa dirección debe ser una ética. La Biblia enseña la importancia
del buen comportamiento, de hacer obras constructivas que se ajusten a la
fórmula: “Amarás a tu prójimo como a ti
mismo” (Levítico 19:18). La enseñanza de la ética empieza con la renuncia al
egoísmo. Debo amarme a mí mismo, pero al mismo tiempo, debo amar y respetar a
los demás. En esta enseñanza ética fundamental de la Biblia, repetida por Jesús
en Mateo 22:39, las prohibiciones - las cosas que deben abstenerse de hacer,
son tan importantes como los deberes – las cosas que estamos obligados a hacer.
La libertad y la espontaneidad tienen su lugar, pero dentro de un marco que
garantice el respeto por los demás. La Biblia reconoce la realidad del deseo personal;
no lo prohíbe, pero lo sitúa en el marco de las leyes que lo regulan, en este
caso “el amor al prójimo”. El rabino
filósofo Abraham Heschel una vez dijo: “El objetivo de la ley de Dios debe ser
la gramática de la vida”. Para continuar con esta metáfora, podemos decir que
las reglas de escritura deben ser dadas por los padres, pero el niño tendrá que
escribir su propio libro – su propia vida.
El hecho
de que la Biblia
ofrece la misma enseñanza para los hijos y para los padres, presenta un desafío
permanente para los padres como educadores.
Ellos deben ser sometidos a las mismas leyes como sus hijos y deben
continuar su aprendizaje durante toda su vida. A pesar de la distancia
necesaria entre el niño y los padres, sin embargo, existe una asociación entre
ellos a causa de esta misma fundación. Los niños aprenden de sus padres, pero
los padres también aprenden con e incluso de sus hijos, como construir sus
vidas sobre esta base común.3
Enseñando a los
hijos a trabajar
La segunda obligación de los padres para con sus hijos es ayudarles
a aprender un oficio, es decir ganarse la vida y cumplir su vocación en la
vida.
En la Biblia, el primer acto de
instrucción de Dios hacia los seres humanos a quienes acababa de crear, fue
asignarles responsabilidad y enseñarles a trabajar y cuidar de su espacio
vital, el Jardín del Edén. “Dios el Señor
tomó al hombre y lo puso en el jardín del Edén para que lo cultivara y lo
cuidara” (Génesis 2:15). Este texto establece la importancia del trabajo
como una parte de la vida adulta mucho antes de la caída. La primera pareja
humana, incluso en el Jardín del Edén, tenía que trabajar. Después de la caída,
el trabajo adquirió una connotación negativa. Adán y Eva fueron expulsados del
Jardín, sin posibilidad de retorno. Ellos ahora se vieron obligados a trabajar
para sobrevivir, no sólo para cumplir con su creatividad.
Por un
lado, el trabajo implica la auto-realización, vocación y creatividad. Por otro
lado, implica independencia, libertad y autonomía. Se ofrece la oportunidad de
tratar con el mundo en que vivimos, utilizando nuestros propios talentos y
habilidades, sin depender de nuestros padres. El trabajo también significa
jugar un papel útil en la sociedad, un vínculo social que es muy importante
para la integración de una persona joven que está creciendo dentro de la comunidad.
La crianza de los hijos incluye la tarea de ayudar a nuestros hijos a encontrar
su lugar como miembros activos del grupo - encontrar su “posición” en ambos sentidos de
la palabra: en el espacio y en la sociedad.
Enseñar
a los niños a trabajar es prepararlos para la independencia que una profesión
conlleva. También significa ayudarles a aprender una relación adecuada con el
trabajo, tal como la importancia de la moderación y el establecimiento de límites
a los deseos personales que pueden constantemente carecer de satisfacción (1
Timoteo 6:8). Enseñar un oficio también significa enseñar las limitaciones que
se pueden colocar en el trabajo. La
Biblia presenta el sábado – la santificación del tiempo. La
cesación periódica y regular de la rotación de la vida. El sábado es una
necesidad; el trabajo de otra manera, podría esclavizarnos. Oscar Wilde dijo:
“En este mundo hay sólo dos tragedias: una es no obtener lo que deseamos, y la
otra es obtenerlo”. Educar acerca del trabajo, también significa mostrar a
nuestros hijos que la insaciable sed por dinero, poder, gloria, etc. – la
insatisfacción permanente con lo que uno ha adquirido, es una maldición. Lo más
importante es lo que somos, no lo que tenemos.
La
santificación del sábado es muy importante porque otorga tiempo para adorar al
Creador, en vez de adorar a nuestras
propias obras. También, levanta nuestros ojos desde nuestras tareas al cielo,
para contemplar el espacio infinito de la creación divina. Los niños tienen el
sentido innato de maravillarse – la melodía de los pájaros, el sol naciente,
una pequeña flor silvestre, la sensación del viento en la cara, todo es para
ellos un motivo de asombro. Cuando nos convertimos en adultos, de alguna manera
se pierde esta capacidad de admirar la creación; todo llega a ser común. El
descanso semanal del Shabat establece una limitación para trabajar y
permitirnos mantener la sensación de asombro de los niños.
Un
conocido pediatra escribió sobre los niños: “Tan pronto como su mirada se
vuelve capaz de ir más allá de su entorno inmediato, enséñeles el mar, las
montañas y su inmensidad, muéstreles la noche y el cielo estrellado, otórgueles
una visión del infinito”.4
La
oración, como un reconocimiento o agradecimiento por las bendiciones divinas,
nos permiten también no considerar nada de hecho. Estas palabras de agradecimiento
antes de la acción – una comida, un viaje, dormir, son los tantos momentos de
concienciación que coloca una distancia entre el deseo y su cumplimiento. Estos
momentos de inspiración son particularmente importantes en un mundo donde todo
va demasiado rápido, en el que las agendas – tanto de los niños y los padres,
están superpobladas y en el que, a menudo, no queda tiempo para la reflexión personal.
Preparando a los
hijos para que sean autónomos
El tercer deber de los padres, es ayudar a sus hijos a encontrar una esposa. Esto implica
enseñarles que “no es bueno que el hombre esté solo” (Génesis 2:18) y que algún
día, ellos deben “dejar su padre y su madre” (Génesis 2:24). La idea es preparar
a los hijos para que sean independientes de sus padres.
Una
educación lograda es la que permite a los hijos vivir sin sus padres. El deber
de los padres es asegurarse de que sus hijos puedan salir de ellos una vez que
han llegado a ser adultos. Muy a menudo, padres bien intencionados tornan a sus
hijos en “hijos de cuidado permanente”. Los consultorios de psiquiatras están
llenos con “adolescentes” de 40 y 50 años, incapaces de romper el vínculo de
sus padres (manifestada por una dependencia afectiva enfermiza o por peleas
interminables y culpas). Aprender a separarse de los padres es necesario, pues
así los hijos llegan a ser responsables, adultos libres y autónomos algún día.
Si este
inicio ha sido bien hecho, los hijos buscarán un remedio para su soledad existencial
fuera de su familia, si ellos se casan o permanecen solteros. Ellos serán
capaces de distinguir entre el amor filial y una relación amorosa, y entenderán
el respeto de sus padres fuera de una relación de dependencia. En esta tensión
entre la dependencia y la autosuficiencia, los hijos también aprenden que su
libertad está limitada por las necesidades de otros y que, por el bien de su
propia felicidad, deben aprender a interactuar con otros a través de la
negociación y el respeto.
En el
quinto mandamiento “Honra a tu padre y a tu madre” (Éxodo 20:12), la palabra
hebrea Kabed (“honor”) significa dar
peso. Esto no necesariamente significa estar de acuerdo u obedecer, sino
respetar. Si un padre da malas órdenes, el hijo no está obligado a aceptarlas,
ni a seguirlas. Él está obligado a tenerlas en cuenta, para evaluarlas y para
respetar a sus padres como corresponde.
Preparando a los
hijos para enfrentar las dificultades de la vida
Dios nos ha dado la vida como un valor muy
precioso: “…os he puesto delante la vida
y la muerte, la bendición y la maldición. Escoge pues la vida, porque vivas tú
y tu simiente”. (Deuteronomio 30:19).
Hoy en
día, entendemos lo importante que es proteger a los hijos y prepararlos para
que se protejan. Ellos deben saber cómo librarse del peligro y en lo posible,
resolver sus problemas por ellos mismos, enfrentar circunstancias adversas y
difíciles. Los hijos deben aprender la elasticidad y cómo sobrevivir en un
mundo cada vez más difícil y peligroso. Mientras que saber nadar, literalmente
es importante, los hijos deben aprender a nadar contra la corriente de la vida.
Los hijos deben apreciar la vida – la de ellos y la de los demás. Deben ser
capaces de nadar no solamente para salvar sus propias vidas, sino también ser
capaces de salvar las vidas de los otros en caso de necesidad.
Algunas
conclusiones
La
crianza de los hijos es una responsabilidad muy seria (Ver 1 Timoteo 5:8). Sin
embargo, no podemos dar lo que no tenemos.
Para tener éxito en hacer a nuestros hijos eternamente felices, debemos
primero de todo conocer esta clase de felicidad personalmente. Los hijos, por
supuesto, no necesariamente pueden tomar los valores de sus padres. Los padres
pueden enseñar a sus hijos las reglas y la forma de vida que conduce a la
verdadera felicidad, pero no pueden garantizar que los hijos cumplirán todo. No
hay seguridad para la felicidad. La crianza de los hijos es una tarea de
construcción5 que se puede hacer sobre una base sólida o frágil
(Mateo 7:24-27).
¿Qué podemos
extraer de la sabiduría antigua como elementos vitales para la educación de
nuestros hijos? Los cuatro grandes
deberes de la tradición judía antigua que debían enseñarse a los hijos:
• Amar la Palabra de Dios.
• Ser útil.
• Ser capaz de sobrevivir sin sus padres.
• Enfrentar la realidad de la vida.
Una educación de éxito no es el resultado de la
casualidad, sino que es un proyecto racional con objetivos claros y
direcciones. Los niños deben:
• Aprender de la Palabra de Dios a cómo
vivir (ahora y en la eternidad).
• Prepararse y
habilitarse para ganarse la vida.
• Aprender sobre las emociones y
sentimientos, construir tales caracteres para ser capaces de hacer buenas
decisiones personales y sociales en la vida, y ayudar a otros a hacer lo mismo.
• Desarrollar elasticidad física y
mental a fin de sobrevivir y salvar otras vidas.
Para
educar a nuestros hijos en estos valores fuertes, nosotros padres, debemos primero
de todo haber asumido estos valores por nosotros mismos. El texto de Deuteronomio
6:4-9, así como también de Mateo 28:19-20 nos piden escuchar a Dios primero y
luego interiorizar sus enseñanzas antes de transmitirlas a nuestros hijos.
Mientras que cada generación de padres debe enfrentar enormes privilegios y
responsabilidades durante la crianza, con la ayuda de Dios y sus instrucciones,
podemos disfrutar plenamente la tarea de disciplinar a nuestros hijos.
lunes, 8 de julio de 2013
Creencias Fundamentales de la Iglesia
Los Adventistas del Séptimo Día
aceptan la Biblia como su único credo y mantienen ciertas creencias
fundamentales como siendo la enseñanza de las Escrituras Sagradas. Estas
creencias, de la manera como son presentadas aquí, constituyen la
comprensión de la expresión de la enseñanza de las Escrituras por parte
de la Iglesia. Puede haber revisiones de estas declaraciones en una
asamblea de la Asociación General, cuando la Iglesia es llevada por el
Espíritu Santo a una comprensión más completa de la verdad bíblica o
encuentra mejor lenguaje para expresar las enseñanzas de la Santa
Palabra de Dios.
01 » Las Sagradas Escrituras
Las Sagradas Escrituras, el Antiguo y el Nuevo Testamento, son la Palabra de Dios escrita, dada por inspiración divina por intermedio de santos hombres de Dios que hablaron y escribieron al ser movidos por el Espíritu Santo.
› Razones biblicas: II Pedro 1:20 y 21; II Tim. 3:16 y 17; Sal. 119:105; Prov. 30:5 y 6; Isa. 8:20; Juan 10:35; 17:17; I Tes. 2:13; Heb. 4:12.
Las Sagradas Escrituras, el Antiguo y el Nuevo Testamento, son la Palabra de Dios escrita, dada por inspiración divina por intermedio de santos hombres de Dios que hablaron y escribieron al ser movidos por el Espíritu Santo.
› Razones biblicas: II Pedro 1:20 y 21; II Tim. 3:16 y 17; Sal. 119:105; Prov. 30:5 y 6; Isa. 8:20; Juan 10:35; 17:17; I Tes. 2:13; Heb. 4:12.
02 » La Trinidad
Hay un sólo Dios: Padre, Hijo y Espíritu Santo, una unidad de tres Personas coeternas. Dios es inmortal, omnipotente, omnisciente, encima de todo, y siempre presente.
› Razones biblicas: Deut. 6:4; 29:29; Mat. 28:19; II Cor. 13:13; Efes. 4:4-6; I Pedro 1:2; I Tim. 1:17; Apoc. 14:6 y 7.
Hay un sólo Dios: Padre, Hijo y Espíritu Santo, una unidad de tres Personas coeternas. Dios es inmortal, omnipotente, omnisciente, encima de todo, y siempre presente.
› Razones biblicas: Deut. 6:4; 29:29; Mat. 28:19; II Cor. 13:13; Efes. 4:4-6; I Pedro 1:2; I Tim. 1:17; Apoc. 14:6 y 7.
03 » Dios Padre
Dios, el Eterno Padre, es el Creador, el Originador, el Mantenedor y el Soberano de toda la creación. Él es justo y santo, compasivo y clemente, tardo en airarse, y grande en constante amor y fidelidad.
› Razones biblicas: Gén. 1:1; Apoc. 4:11; I Cor. 15:28; Juan 3:16; I Juan 4:8; I Tim. 1:17: Éxo. 34:6 y 7; Juan 14:9.
Dios, el Eterno Padre, es el Creador, el Originador, el Mantenedor y el Soberano de toda la creación. Él es justo y santo, compasivo y clemente, tardo en airarse, y grande en constante amor y fidelidad.
› Razones biblicas: Gén. 1:1; Apoc. 4:11; I Cor. 15:28; Juan 3:16; I Juan 4:8; I Tim. 1:17: Éxo. 34:6 y 7; Juan 14:9.
04 » Dios Hijo
Dios, el Hijo Eterno, se encarnó en Jesucristo. Por medio de Él se crearon todas las cosas, se reveló el carácter de Dios, se efectuó la salvación de la humanidad y se juzga el mundo. Jesús sufrió y murió en la cruz por nuestros pecados y en nuestro lugar, fue resucitado entre los muertos y ascendió para administrar en el santuario celestial a nuestro favor. Vendrá otra vez para la liberación final de Su pueblo y la restauración de todas las cosas.
› Razones biblicas: Juan 1:1-3 y14; 5:22; Col. 1:15-19; Juan 10:30; 14:9; Rom. 5:18; 6:23; II Cor. 5:17-21; Lucas 1:35; Filip. 2:5-11; I Cor. 15:3 y 4; Heb. 2:9-18; 4:15; 7:25; 8:1 y 2; 9:28; Juan 14:1-3; I Ped. 2:21; Apoc. 22:20.
Dios, el Hijo Eterno, se encarnó en Jesucristo. Por medio de Él se crearon todas las cosas, se reveló el carácter de Dios, se efectuó la salvación de la humanidad y se juzga el mundo. Jesús sufrió y murió en la cruz por nuestros pecados y en nuestro lugar, fue resucitado entre los muertos y ascendió para administrar en el santuario celestial a nuestro favor. Vendrá otra vez para la liberación final de Su pueblo y la restauración de todas las cosas.
› Razones biblicas: Juan 1:1-3 y14; 5:22; Col. 1:15-19; Juan 10:30; 14:9; Rom. 5:18; 6:23; II Cor. 5:17-21; Lucas 1:35; Filip. 2:5-11; I Cor. 15:3 y 4; Heb. 2:9-18; 4:15; 7:25; 8:1 y 2; 9:28; Juan 14:1-3; I Ped. 2:21; Apoc. 22:20.
05 » Dios EspÍritu Santo
Dios, el Espíritu Santo, desempeñó una parte activa con el Padre y el Hijo en la Creación, Encarnación y Redención. Inspiró a los escritores de las Escrituras. Llenó de poder la vida de Cristo. Atrae y convence a los seres humanos; y los que se muestran sensibles, son renovados y transformados por Él, a imagen de Dios. Concede dones espirituales a la Iglesia.
› Razones biblicas: Gén. 1:1 y 2; Lucas 1:35; II Pedro 1:21; Lucas 4:18; Hechos 10:38; II Cor. 3:18; Efes. 4:11 y 12; Atos 1:8; Juan 14:16-18 y 26; 15:26 y 27; 16:7-13; Rom. 1:1-4.
Dios, el Espíritu Santo, desempeñó una parte activa con el Padre y el Hijo en la Creación, Encarnación y Redención. Inspiró a los escritores de las Escrituras. Llenó de poder la vida de Cristo. Atrae y convence a los seres humanos; y los que se muestran sensibles, son renovados y transformados por Él, a imagen de Dios. Concede dones espirituales a la Iglesia.
› Razones biblicas: Gén. 1:1 y 2; Lucas 1:35; II Pedro 1:21; Lucas 4:18; Hechos 10:38; II Cor. 3:18; Efes. 4:11 y 12; Atos 1:8; Juan 14:16-18 y 26; 15:26 y 27; 16:7-13; Rom. 1:1-4.
06 » Dios es el Creador
Dios es el Creador de todas las cosas y reveló en las Escrituras el relato auténtico de Su actividad creadora. En seis días hizo el Señor los Cielos y la Tierra y todo lo que tiene vida sobre la Tierra, y descansó el séptimo día de esa primera semana.
› Razones biblicas: Gén. 1;2; Éxo. 20:8-11; Sal. 19:1-6; 33:6 y 9; 104; Heb. 11:3; Juan 1:1-3; Col. 1:16 y 17.
Dios es el Creador de todas las cosas y reveló en las Escrituras el relato auténtico de Su actividad creadora. En seis días hizo el Señor los Cielos y la Tierra y todo lo que tiene vida sobre la Tierra, y descansó el séptimo día de esa primera semana.
› Razones biblicas: Gén. 1;2; Éxo. 20:8-11; Sal. 19:1-6; 33:6 y 9; 104; Heb. 11:3; Juan 1:1-3; Col. 1:16 y 17.
07 » La Naturaleza del Hombre
El hombre y la mujer fueron formados a imagen de Dios con individualidad y con el poder y la libertad de pensar y actuar. Como han sido creados como seres libres, cada uno es una unidad indivisible de cuerpo, mente y alma, y dependiente de Dios en cuanto a la vida, respiración y todo lo demás. Cuando nuestros primeros padres desobedecieron a Dios, negaron su dependencia de Él y cayeron de sua elevada posición abajo de Dios. La imagen de Dios en ellos, fue desfigurada, se volvieron mortales. Sus descendientes comparten esa naturaleza caída y de sus consecuencias.
› Razones biblicas: Gén. 1:26-28; 2:7; Sal. 8:4-8; Hechos 17:24-28; Gén. 3; Sal. 51:5; Rom. 5:12-17; II Cor. 5:19 y 20.
El hombre y la mujer fueron formados a imagen de Dios con individualidad y con el poder y la libertad de pensar y actuar. Como han sido creados como seres libres, cada uno es una unidad indivisible de cuerpo, mente y alma, y dependiente de Dios en cuanto a la vida, respiración y todo lo demás. Cuando nuestros primeros padres desobedecieron a Dios, negaron su dependencia de Él y cayeron de sua elevada posición abajo de Dios. La imagen de Dios en ellos, fue desfigurada, se volvieron mortales. Sus descendientes comparten esa naturaleza caída y de sus consecuencias.
› Razones biblicas: Gén. 1:26-28; 2:7; Sal. 8:4-8; Hechos 17:24-28; Gén. 3; Sal. 51:5; Rom. 5:12-17; II Cor. 5:19 y 20.
08 » El Gran Conflicto
Toda la humanidad está involucrada en un gran conflicto entre Cristo y Satanás, en cuanto al carácter de Dios, Su Ley y Su soberanía sobre el Universo. Ese conflicto se originó en el Cielo, cuando un ser creado, dotado de libertad de elección, por exaltación propia, se convirtió en Satanás, el adversario de Dios, y condujo la rebelión de una parte de los ángeles. Él introdujo el espíritu de rebelión en este mundo. Observado por toda la Creación, este mundo se convirtió en el palco del conflicto universal, dentro del cual será finalmente reivindicado el Dios de amor.
› Razones biblicas: Apoc. 12:4-9; Isa. 14:12-14; Ezeq. 28:12-18; Gén. 3; Gén. 6-8; II Pedro 3:6; Rom. 1:19-32; 5:19-21; 8:19-22; Heb. 1:4-14; I Cor. 4:9.
Toda la humanidad está involucrada en un gran conflicto entre Cristo y Satanás, en cuanto al carácter de Dios, Su Ley y Su soberanía sobre el Universo. Ese conflicto se originó en el Cielo, cuando un ser creado, dotado de libertad de elección, por exaltación propia, se convirtió en Satanás, el adversario de Dios, y condujo la rebelión de una parte de los ángeles. Él introdujo el espíritu de rebelión en este mundo. Observado por toda la Creación, este mundo se convirtió en el palco del conflicto universal, dentro del cual será finalmente reivindicado el Dios de amor.
› Razones biblicas: Apoc. 12:4-9; Isa. 14:12-14; Ezeq. 28:12-18; Gén. 3; Gén. 6-8; II Pedro 3:6; Rom. 1:19-32; 5:19-21; 8:19-22; Heb. 1:4-14; I Cor. 4:9.
09 » Vida, Muerte y RessurrecciÓn de Cristo
En la vida de Cristo, de perfecta obediencia a la voluntad de Dios, y en Su sufrimiento, muerte y resurrección, Dios proveyó el único medio de expiación del pecado humano, de modo que los que aceptan esa expiación por fe, puedan tener vida eterna, y toda la Creación comprenda mejor el infinito y santo amor del Creador.
› Razones biblicas: Juan 3:16; Isa. 53; II Cor. 5:14, 15 y 19-21; Rom. 1:4; 3:25; 4:25; 8:3 y 4; Filip. 2:6-11; I Juan 2:2; 4:10; Col. 2:15.
En la vida de Cristo, de perfecta obediencia a la voluntad de Dios, y en Su sufrimiento, muerte y resurrección, Dios proveyó el único medio de expiación del pecado humano, de modo que los que aceptan esa expiación por fe, puedan tener vida eterna, y toda la Creación comprenda mejor el infinito y santo amor del Creador.
› Razones biblicas: Juan 3:16; Isa. 53; II Cor. 5:14, 15 y 19-21; Rom. 1:4; 3:25; 4:25; 8:3 y 4; Filip. 2:6-11; I Juan 2:2; 4:10; Col. 2:15.
10 » La Experiencia de la SalvaciÓn
En infinito amor y misericordia, Dios permitió que Cristo se convirtiese en pecado por nosotros, para que en Él fuésemos hechos justicia de Dios. Guiados por el Espíritu Santo reconocemos nuestra pecaminosidad, nos arrepentimos de nuestras transgresiones y tenemos fe en Jesús como Señor y Cristo, como Sustituto y Ejemplo. Esta fe que acepta la salvación, viene del poder de la Palabra y es el don de la gracia de Dios. Por medio de Cristo somos justificados y libertados del dominio del pecado. Por medio del Espíritu, nacemos de nuevo y somos justificados. Permaneciendo en Él, participamos de la naturaleza divina y tenemos la seguridad de la salvación, ahora y en el Juizo.
› Razones biblicas: Sal. 27:1; Isa. 12:2; Jonas 2:9; Juan 3:16; II Cor. 5:17-21; Gál. 1:4; 2:19 y 20; 3:13; 4:4-7; Rom. 3:24-26; 4:25; 5:6-10; 8:1-4, 14, 15, 26 y 27; 10:7; I Cor. 2:5; 15:3 y 4; I Juan 1:9; 2:1 y 2; Efes. 2:5-10; 3:16-19; Gál. 3:26; Juan 3:3-8; Mat. 18:3; I Pedro 1:23; 2:21; Heb. 8:7-12.
En infinito amor y misericordia, Dios permitió que Cristo se convirtiese en pecado por nosotros, para que en Él fuésemos hechos justicia de Dios. Guiados por el Espíritu Santo reconocemos nuestra pecaminosidad, nos arrepentimos de nuestras transgresiones y tenemos fe en Jesús como Señor y Cristo, como Sustituto y Ejemplo. Esta fe que acepta la salvación, viene del poder de la Palabra y es el don de la gracia de Dios. Por medio de Cristo somos justificados y libertados del dominio del pecado. Por medio del Espíritu, nacemos de nuevo y somos justificados. Permaneciendo en Él, participamos de la naturaleza divina y tenemos la seguridad de la salvación, ahora y en el Juizo.
› Razones biblicas: Sal. 27:1; Isa. 12:2; Jonas 2:9; Juan 3:16; II Cor. 5:17-21; Gál. 1:4; 2:19 y 20; 3:13; 4:4-7; Rom. 3:24-26; 4:25; 5:6-10; 8:1-4, 14, 15, 26 y 27; 10:7; I Cor. 2:5; 15:3 y 4; I Juan 1:9; 2:1 y 2; Efes. 2:5-10; 3:16-19; Gál. 3:26; Juan 3:3-8; Mat. 18:3; I Pedro 1:23; 2:21; Heb. 8:7-12.
11 » Crecimiento en Cristo
Por su muerte en la cruz Jesús triunfó sobre las fuerzas del mal. El subyugó los espíritus de demonios durante Su ministerio terrestre y quebró su poder y tornó cierto su destino final. La victoria de Jesús nos da victoria sobre las fuerzas del mal que continúan procurando controlarnos, mientras caminamos con El en paz, alegría, y con la certeza de Su amor. Ahora el Espíritu Santo vive con nosotros y nos da poder. Continuamente comprometidos con Jesús como nuestro Salvador y Señor, somos libres del fardo de nuestros hechos pasados. No más viviremos en la oscuridad, con miedo de los poderes del mal, ignorancia, y la falta de sentido de nuestro antiguo modo de vida. En esa nueva libertad en Jesús, somos llamados a creces en semejanza a Su carácter, comulgando con El diariamente en oración, alimentándonos de Su Palabra, meditando en eso y en Su providencia, cantando sus alabanzas, reuniéndonos juntos en adoración, y participando en la misión de la Iglesia. A medida que nos entreguemos al servicio de amor a aquellos a nuestro alrededor y al testimonio de Su salvación, Su constante presencia con nosotros a través del Espíritu transforma cada momento y toda tarea en una experiencia espiritual.
› Razones biblicas: Salmos 1:1, 2; 23:4; 77:11, 12; Colosenses 1:13, 14; 2:6, 14, 15; San Lucas 10:17-20; Efesios 5:19, 20; 6:12-18; I Tesalonicenses 5:23; II San Pedro 2:9; 3:18; II Corintios 3:17, 18; Filipenses. 3:7-14; I Tesalonicenses 5:16-18; San Mateo 20:25-28; San Juan 20:21; Gálatas 5:22-25; Romanos 8:38, 39; I San Juan 4:4; Hebreos 10:25.
Por su muerte en la cruz Jesús triunfó sobre las fuerzas del mal. El subyugó los espíritus de demonios durante Su ministerio terrestre y quebró su poder y tornó cierto su destino final. La victoria de Jesús nos da victoria sobre las fuerzas del mal que continúan procurando controlarnos, mientras caminamos con El en paz, alegría, y con la certeza de Su amor. Ahora el Espíritu Santo vive con nosotros y nos da poder. Continuamente comprometidos con Jesús como nuestro Salvador y Señor, somos libres del fardo de nuestros hechos pasados. No más viviremos en la oscuridad, con miedo de los poderes del mal, ignorancia, y la falta de sentido de nuestro antiguo modo de vida. En esa nueva libertad en Jesús, somos llamados a creces en semejanza a Su carácter, comulgando con El diariamente en oración, alimentándonos de Su Palabra, meditando en eso y en Su providencia, cantando sus alabanzas, reuniéndonos juntos en adoración, y participando en la misión de la Iglesia. A medida que nos entreguemos al servicio de amor a aquellos a nuestro alrededor y al testimonio de Su salvación, Su constante presencia con nosotros a través del Espíritu transforma cada momento y toda tarea en una experiencia espiritual.
› Razones biblicas: Salmos 1:1, 2; 23:4; 77:11, 12; Colosenses 1:13, 14; 2:6, 14, 15; San Lucas 10:17-20; Efesios 5:19, 20; 6:12-18; I Tesalonicenses 5:23; II San Pedro 2:9; 3:18; II Corintios 3:17, 18; Filipenses. 3:7-14; I Tesalonicenses 5:16-18; San Mateo 20:25-28; San Juan 20:21; Gálatas 5:22-25; Romanos 8:38, 39; I San Juan 4:4; Hebreos 10:25.
12 » La Iglesia
La Iglesia es la comunidad de creyentes que confiesan a Jesucristo como Señor y Salvador. Nos unimos para adorar, para comunión, para instrucción en la Palabra, para celebrar la Cena del Señor, para el servicio a toda la humanidad y para la proclamación mundial del Evangelio. La Iglesia es la Familia de Dios. La Iglesia es el cuerpo de Cristo.
› Razones biblicas: Gén. 12:3; Hechos 7:38; Mat. 21:43; 16:13-20; Juan 20:21 y 22; Hechos 1:8; Rom. 8:15-17; I Cor. 12:13-27; Efes. 1:15 y 23; 2:12; 3:8-11 y 15; 4:11-15.
La Iglesia es la comunidad de creyentes que confiesan a Jesucristo como Señor y Salvador. Nos unimos para adorar, para comunión, para instrucción en la Palabra, para celebrar la Cena del Señor, para el servicio a toda la humanidad y para la proclamación mundial del Evangelio. La Iglesia es la Familia de Dios. La Iglesia es el cuerpo de Cristo.
› Razones biblicas: Gén. 12:3; Hechos 7:38; Mat. 21:43; 16:13-20; Juan 20:21 y 22; Hechos 1:8; Rom. 8:15-17; I Cor. 12:13-27; Efes. 1:15 y 23; 2:12; 3:8-11 y 15; 4:11-15.
13 » El Remanente y su MisiÓn
La Iglesia universal se compone de todos los que verdaderamente creen en Cristo; pero, en los últimos días, un remanente ha sido llamado, a fin de guardar los mandamientos de Dios y la fe de Jesús. Este remanente anuncia la llegada de la hora del Juicio, proclama la salvación por medio de Cristo y predice la aproximación de Su segundo advenimiento.
› Razones biblicas: Mar. 16:15; Mat. 28:18-20; 24:14; II Cor. 5:10; Apoc. 12:17; 14:6-12; 18:1-4; Efes. 5:22-27; Apoc. 21:1-14.
La Iglesia universal se compone de todos los que verdaderamente creen en Cristo; pero, en los últimos días, un remanente ha sido llamado, a fin de guardar los mandamientos de Dios y la fe de Jesús. Este remanente anuncia la llegada de la hora del Juicio, proclama la salvación por medio de Cristo y predice la aproximación de Su segundo advenimiento.
› Razones biblicas: Mar. 16:15; Mat. 28:18-20; 24:14; II Cor. 5:10; Apoc. 12:17; 14:6-12; 18:1-4; Efes. 5:22-27; Apoc. 21:1-14.
14 » Unidad en el Cuerpo de Cristo
La Iglesia es un cuerpo con muchos miembros, llamados de toda nación, tribu, lengua y pueblo. Todos somos iguales en Cristo. Mediante la revelación de Jesucristo en las Escrituras, compartimos la misma fe y esperanza y extendemos un solo testimonio para todos. Esta unidad encuentra su fuente en la unidad del Dios triuno, que nos adoptó como Sus hijos.
› Razones biblicas: Sal. 133:1; I Cor. 12:12-14; Hechos 17:26 y 27; II Cor. 5:16 y 17; Gál. 3:27-29; Col. 3:10-15; Efes. 4:1-6; Juan 17:20-23; Santiago 2:2-9; I Juan 5:1.
La Iglesia es un cuerpo con muchos miembros, llamados de toda nación, tribu, lengua y pueblo. Todos somos iguales en Cristo. Mediante la revelación de Jesucristo en las Escrituras, compartimos la misma fe y esperanza y extendemos un solo testimonio para todos. Esta unidad encuentra su fuente en la unidad del Dios triuno, que nos adoptó como Sus hijos.
› Razones biblicas: Sal. 133:1; I Cor. 12:12-14; Hechos 17:26 y 27; II Cor. 5:16 y 17; Gál. 3:27-29; Col. 3:10-15; Efes. 4:1-6; Juan 17:20-23; Santiago 2:2-9; I Juan 5:1.
15 » El Bautismo
Por el bautismo confesamos nuestra fe en la muerte y en la resurrección de Jesucristo y testimoniamos nuestra muerte al pecado y nuestro propósito de andar en novedad de vida, siendo aceptados como miembros por Su Iglesia. Y por inmersión en el agua se sigue la instrucción en las Escrituras Sagradas y la aceptación de sus enseñanzas.
› Razones biblicas: Mat. 3:13-16; 28:19 y 20; Hechos 2:38; 16:30-33; 22:16; Rom. 6:1-6; Gál. 3:27; I Cor. 12:13; Col. 2:12 y 13; I Pedro 3:21.
Por el bautismo confesamos nuestra fe en la muerte y en la resurrección de Jesucristo y testimoniamos nuestra muerte al pecado y nuestro propósito de andar en novedad de vida, siendo aceptados como miembros por Su Iglesia. Y por inmersión en el agua se sigue la instrucción en las Escrituras Sagradas y la aceptación de sus enseñanzas.
› Razones biblicas: Mat. 3:13-16; 28:19 y 20; Hechos 2:38; 16:30-33; 22:16; Rom. 6:1-6; Gál. 3:27; I Cor. 12:13; Col. 2:12 y 13; I Pedro 3:21.
16 » La Cena del SeÑor
La Cena del Señor es una participación en los emblemas del cuerpo y de la sangre de Jesús, como expresión de fe en Él, nuestro Señor y Salvador. La preparación incluye el examen de conciencia, el arrepentimiento y la confesión. El Maestro instituyó la Ceremonia del lavamiento de pies para representar renovada purificación, para expresar la disposición de servir uno al otro en humildad semejante a la de Cristo, y para unir nuestros corazones en amor.
› Razones biblicas: Mat. 26:17-30; I Cor. 11:23-30; 10:16 y 17; Juan 6:48-63; Apoc. 3:20; Juan 13:1-17.
La Cena del Señor es una participación en los emblemas del cuerpo y de la sangre de Jesús, como expresión de fe en Él, nuestro Señor y Salvador. La preparación incluye el examen de conciencia, el arrepentimiento y la confesión. El Maestro instituyó la Ceremonia del lavamiento de pies para representar renovada purificación, para expresar la disposición de servir uno al otro en humildad semejante a la de Cristo, y para unir nuestros corazones en amor.
› Razones biblicas: Mat. 26:17-30; I Cor. 11:23-30; 10:16 y 17; Juan 6:48-63; Apoc. 3:20; Juan 13:1-17.
17 » Dones y Ministerios Espirituales
Dios concede a todos los miembros de Su Iglesia, en todas las épocas, dones espirituales. Siendo otorgados por la actuación del Espíritu Santo, el cual distribuye a cada miembro como le place, los dones proveen todas las aptitudes y ministerios que la Iglesia necesita para cumplir sus funciones divinamente ordenadas. Algunos miembros son llamados por Dios y dotados por el Espíritu para funciones reconocidas por la Iglesia en ministerios pastorales, evangélicos, apostólicos y de enseñanza.
› Razones biblicas: Rom. 12:4-8; I Cor. 12:9-11, 27 y 28; Efes. 4:8 y 11-16; II Cor. 5:14-21; Hechos 6:1-7; I Tim. 2:1-3; I Pedro 4:10 y 11; Col. 2:19; Mat. 25:31-36.
Dios concede a todos los miembros de Su Iglesia, en todas las épocas, dones espirituales. Siendo otorgados por la actuación del Espíritu Santo, el cual distribuye a cada miembro como le place, los dones proveen todas las aptitudes y ministerios que la Iglesia necesita para cumplir sus funciones divinamente ordenadas. Algunos miembros son llamados por Dios y dotados por el Espíritu para funciones reconocidas por la Iglesia en ministerios pastorales, evangélicos, apostólicos y de enseñanza.
› Razones biblicas: Rom. 12:4-8; I Cor. 12:9-11, 27 y 28; Efes. 4:8 y 11-16; II Cor. 5:14-21; Hechos 6:1-7; I Tim. 2:1-3; I Pedro 4:10 y 11; Col. 2:19; Mat. 25:31-36.
18 » El Don de ProfecÍa
Uno de los dones del Espíritu Santo es la profecía. Este don es una característica de la Iglesia remaneciente y fue manifestado en el ministerio de Ellen G. White. Como la mensajera del Señor, sus escritos son una continua y autorizada fuente de verdad y proporcionan consuelo, orientación, instrucción y corrección a la Iglesia.
› Razones biblicas: Joel 2:28 y 29; Hechos 2:14-21; Heb. 1:1-3; Apoc. 12-17; 19:10.
Uno de los dones del Espíritu Santo es la profecía. Este don es una característica de la Iglesia remaneciente y fue manifestado en el ministerio de Ellen G. White. Como la mensajera del Señor, sus escritos son una continua y autorizada fuente de verdad y proporcionan consuelo, orientación, instrucción y corrección a la Iglesia.
› Razones biblicas: Joel 2:28 y 29; Hechos 2:14-21; Heb. 1:1-3; Apoc. 12-17; 19:10.
19 » La Ley de Dios
Los grandes principios de la Ley de Dios son incorporados en los Diez Mandamientos y ejemplificados en la vida de Cristo. Expresan el amor, la voluntad y los propósitos de Dios acerca de la conducta y de las relaciones humanas, y son obligatorios a todas las personas, en todas las épocas. Esos preceptos constituyen la base del concierto de Dios con Su pueblo y la norma del juicio de Dios.
› Razones biblicas: Éxo. 20:1-17; Mat. 5:17; Deut. 28:1-14; Sal. 19:7-13; Juan 14:15; Rom. 8:1-4; I Juan 5:3; Mat. 22:36-40; Efes. 2:8.
Los grandes principios de la Ley de Dios son incorporados en los Diez Mandamientos y ejemplificados en la vida de Cristo. Expresan el amor, la voluntad y los propósitos de Dios acerca de la conducta y de las relaciones humanas, y son obligatorios a todas las personas, en todas las épocas. Esos preceptos constituyen la base del concierto de Dios con Su pueblo y la norma del juicio de Dios.
› Razones biblicas: Éxo. 20:1-17; Mat. 5:17; Deut. 28:1-14; Sal. 19:7-13; Juan 14:15; Rom. 8:1-4; I Juan 5:3; Mat. 22:36-40; Efes. 2:8.
20 » El SÁbado
El bondadoso Creador, después de los seis dias de la Creación, descansó el séptimo día e instituyó el Sábado para todas las personas, como recordativo de la Creación. El cuarto mandamiento de la inmutable Ley de Dios requiere la observancia de este sábado del séptimo día como día de descanso, adoración y ministerio, en armonía con la enseñanza y práctica de Jesús, el Señor del Sábado.
› Razones biblicas: Gén. 2:1-3; Éxo. 20:8-11; 31:12-17; Lucas 4:16; Heb. 4:1-11; Deut. 5:12-15; Isa. 56:5 y 6; 58:13 y 14; Lev. 23:32; Mar. 2:27 y 28.
El bondadoso Creador, después de los seis dias de la Creación, descansó el séptimo día e instituyó el Sábado para todas las personas, como recordativo de la Creación. El cuarto mandamiento de la inmutable Ley de Dios requiere la observancia de este sábado del séptimo día como día de descanso, adoración y ministerio, en armonía con la enseñanza y práctica de Jesús, el Señor del Sábado.
› Razones biblicas: Gén. 2:1-3; Éxo. 20:8-11; 31:12-17; Lucas 4:16; Heb. 4:1-11; Deut. 5:12-15; Isa. 56:5 y 6; 58:13 y 14; Lev. 23:32; Mar. 2:27 y 28.
21 » MayordomÍa
Somos mayordomos de Dios, responsables por el uso apropiado del tiempo y de las oportunidades, capacidades y posesiones, y de las bendiciones de la Tierra y sus recursos que Él colocó bajo nuestro cuidado. Reconocemos el derecho de propiedad de parte de Dios, por medio del fiel servicio a Él y a nuestros semejantes, y devolviendo los diezmos y dando ofrendas para la proclamación de Su Evangelio y para la manutención y el crecimiento de Su iglesia. › Razones biblicas: Gén. 1:26-28; 2:15; Hageo 1:3-11; Mal. 3:8-12; Mat. 23:23; I Cor. 9:9-14.
Somos mayordomos de Dios, responsables por el uso apropiado del tiempo y de las oportunidades, capacidades y posesiones, y de las bendiciones de la Tierra y sus recursos que Él colocó bajo nuestro cuidado. Reconocemos el derecho de propiedad de parte de Dios, por medio del fiel servicio a Él y a nuestros semejantes, y devolviendo los diezmos y dando ofrendas para la proclamación de Su Evangelio y para la manutención y el crecimiento de Su iglesia. › Razones biblicas: Gén. 1:26-28; 2:15; Hageo 1:3-11; Mal. 3:8-12; Mat. 23:23; I Cor. 9:9-14.
22 » Conducta Cristiana
Somos llamados para ser un pueblo piadoso, que piensa, siente y actúa de acuerdo con los principios del Cielo. Para que el Espíritu recree en nosotros el carácter de nuestro Señor, solo nos involucramos con aquellas cosas que producirán en nuestra vida, pureza, salud y alegría semejantes a las de Cristo.
› Razones biblicas: I Juan 2:6; Efes. 5:1-13; Rom. 12:1 y 2; I Cor. 6:19 y 20; 10:31; I Tim. 2:9 y 10; Lev. 11:1-47; II Cor. 7:1; I Pedro 3:1-4; II Cor. 10:5; Filip. 4:8.
Somos llamados para ser un pueblo piadoso, que piensa, siente y actúa de acuerdo con los principios del Cielo. Para que el Espíritu recree en nosotros el carácter de nuestro Señor, solo nos involucramos con aquellas cosas que producirán en nuestra vida, pureza, salud y alegría semejantes a las de Cristo.
› Razones biblicas: I Juan 2:6; Efes. 5:1-13; Rom. 12:1 y 2; I Cor. 6:19 y 20; 10:31; I Tim. 2:9 y 10; Lev. 11:1-47; II Cor. 7:1; I Pedro 3:1-4; II Cor. 10:5; Filip. 4:8.
23 » Matrimonio y Familia
El casamiento fue divinamente establecido en el Edén y confirmado por Jesús como unión vitalicia entre un hombre y una mujer, en amoroso compañerismo. Para el cristiano, el compromiso matrimonial es con Dios, y con el cónyuge, y solamente debe ser asumido entre parejas que comparten la misma fe. Referente al divorcio, Jesús enseñó que la persona que se divorcia del cónyuge, a no ser por causa de fornicación, y se casa con otro, comete adulterio. Dios bendice a la familia y quiere que sus miembros se ayuden uno al otro a alcanzar completa madurez. Los padres deben educar sus hijos a amar al Señor y a obedecerle.
› Razones biblicas: Gén. 2:18-25; Deut. 6:5-9; Juan 2:1-11; Efes. 5:21-33; Mat. 5:31 y 32; 19:3-9; Prov. 22:6; Efes. 6:1-4; Mal. 4:5 y 6; Mar. 10:11 y 12; Lucas 16:18; I Cor. 7:10 y 11.
El casamiento fue divinamente establecido en el Edén y confirmado por Jesús como unión vitalicia entre un hombre y una mujer, en amoroso compañerismo. Para el cristiano, el compromiso matrimonial es con Dios, y con el cónyuge, y solamente debe ser asumido entre parejas que comparten la misma fe. Referente al divorcio, Jesús enseñó que la persona que se divorcia del cónyuge, a no ser por causa de fornicación, y se casa con otro, comete adulterio. Dios bendice a la familia y quiere que sus miembros se ayuden uno al otro a alcanzar completa madurez. Los padres deben educar sus hijos a amar al Señor y a obedecerle.
› Razones biblicas: Gén. 2:18-25; Deut. 6:5-9; Juan 2:1-11; Efes. 5:21-33; Mat. 5:31 y 32; 19:3-9; Prov. 22:6; Efes. 6:1-4; Mal. 4:5 y 6; Mar. 10:11 y 12; Lucas 16:18; I Cor. 7:10 y 11.
24 » El Ministerio de Cristo en el Santuario Celestial
Hay un santuario en el Cielo. En él, Cristo intercede en nuestro favor, haciendo accesibles a los creyentes los beneficios de Su sacrifício expiatorio ofrecido una vez por todas, en la cruz. Él es nuestro gran Sumo Sacerdote y comenzó Su ministerio intercesor en ocasión de Su ascensión. En 1844, a final del período profético de los 2.300 días, inició la segunda y última etapa de Su ministerio expiatorio. El jucio investigador revela a los seres celestiales quien entre los muertos será digno de formar parte en la primera resurrección. También se hace manifesto quien, entre los vivos, está preparado para la traslación a Su reino eterno. La terminación del ministerio de Cristo señalará el fin del tiempo de gracia para los seres humanos, antes del Segundo advenimiento.
› Razones biblicas: Heb. 1:3; 8:1-5; 9:11-28; Dan. 7:9-27; 8:13 y 14; 9:24-27; Núm. 14:34; Ezeq. 4:6; Mal. 3:1; Lev. 16; Apoc. 14:12; 20:12; 22:12.
Hay un santuario en el Cielo. En él, Cristo intercede en nuestro favor, haciendo accesibles a los creyentes los beneficios de Su sacrifício expiatorio ofrecido una vez por todas, en la cruz. Él es nuestro gran Sumo Sacerdote y comenzó Su ministerio intercesor en ocasión de Su ascensión. En 1844, a final del período profético de los 2.300 días, inició la segunda y última etapa de Su ministerio expiatorio. El jucio investigador revela a los seres celestiales quien entre los muertos será digno de formar parte en la primera resurrección. También se hace manifesto quien, entre los vivos, está preparado para la traslación a Su reino eterno. La terminación del ministerio de Cristo señalará el fin del tiempo de gracia para los seres humanos, antes del Segundo advenimiento.
› Razones biblicas: Heb. 1:3; 8:1-5; 9:11-28; Dan. 7:9-27; 8:13 y 14; 9:24-27; Núm. 14:34; Ezeq. 4:6; Mal. 3:1; Lev. 16; Apoc. 14:12; 20:12; 22:12.
25 » La Segunda Venida de Cristo
La segunda venida de Cristo es la bendita esperanza de la Iglesia. La venida del Salvador será literal, personal, visible y universal.
› Razones biblicas: Tito 2:13; Juan 14:1-3; Hechos 1:9-11; I Tes. 4:16 y 17; I Cor. 15:51-54; II Tes. 2:8; Mat. 24; Mar. 13; Lucas 21; II Tim. 3:1-5; Joel 3:9-16; Heb. 9:28.
La segunda venida de Cristo es la bendita esperanza de la Iglesia. La venida del Salvador será literal, personal, visible y universal.
› Razones biblicas: Tito 2:13; Juan 14:1-3; Hechos 1:9-11; I Tes. 4:16 y 17; I Cor. 15:51-54; II Tes. 2:8; Mat. 24; Mar. 13; Lucas 21; II Tim. 3:1-5; Joel 3:9-16; Heb. 9:28.
26 » Muerte y ResurrecciÓn
El salario del pecado es la muerte. Pero Dios, el único que es imortal, concederá vida eterna a Sus redimidos. Hasta aquel día, la muerte es un estado inconsciente para todas las personas.
› Razones biblicas: I Tim. 6:15 y 16; Rom. 6:23; I Cor. 15:51-54; Ecles. 9:5 y 6; Sal. 146:4; I Tes. 4:13-17; Rom. 8:35-39; Juan 5:28 y 29; Apoc. 20:1-10; Juan 5:24.
El salario del pecado es la muerte. Pero Dios, el único que es imortal, concederá vida eterna a Sus redimidos. Hasta aquel día, la muerte es un estado inconsciente para todas las personas.
› Razones biblicas: I Tim. 6:15 y 16; Rom. 6:23; I Cor. 15:51-54; Ecles. 9:5 y 6; Sal. 146:4; I Tes. 4:13-17; Rom. 8:35-39; Juan 5:28 y 29; Apoc. 20:1-10; Juan 5:24.
27 » El Milenio y el Fin del Pecado
El milenio es el reinado de mil años de Cristo con Sus santos, en el Cielo, entre la primera y la segunda resurrección. Durante este tiempo serán juzgados los impíos muertos. Al fin de ese período, Cristo con Sus Santos y la Ciudad Santa descenderán del Cielo a la Tierra. Los impíos muertos serán entonces resucitados y, con Satanás y sus ángeles, cercarán la ciudad; pero el fuego de Dios los consumirá y purificará la Tierra. El Universo quedará eternamente libre del pecado y de los pecadores.
› Razones biblicas: Apoc. 20; Zac. 14:1-4; Mal. 4:1; Jer. 4:23-26; I Cor. 6; II Pedro 2:4; Ezeq. 28:18; II Tes. 1:7-9; Apoc. 19:17, 18 y 21.
El milenio es el reinado de mil años de Cristo con Sus santos, en el Cielo, entre la primera y la segunda resurrección. Durante este tiempo serán juzgados los impíos muertos. Al fin de ese período, Cristo con Sus Santos y la Ciudad Santa descenderán del Cielo a la Tierra. Los impíos muertos serán entonces resucitados y, con Satanás y sus ángeles, cercarán la ciudad; pero el fuego de Dios los consumirá y purificará la Tierra. El Universo quedará eternamente libre del pecado y de los pecadores.
› Razones biblicas: Apoc. 20; Zac. 14:1-4; Mal. 4:1; Jer. 4:23-26; I Cor. 6; II Pedro 2:4; Ezeq. 28:18; II Tes. 1:7-9; Apoc. 19:17, 18 y 21.
28 » La Nueva Tierra
En la Nueva Tierra, en que habita la justicia, Dios proveerá un hogar eterno para los remidos y un ambiente perfecto para vida, amor, alegría y aprendizaje eternos, en Su presencia.
› Razones biblicas: II Pedro 3:13; Gén. 17:1-8; Isa. 35; 65:17-25; Mat. 5:5; Apoc. 21:1-7; 22:1-5; 11:15
En la Nueva Tierra, en que habita la justicia, Dios proveerá un hogar eterno para los remidos y un ambiente perfecto para vida, amor, alegría y aprendizaje eternos, en Su presencia.
› Razones biblicas: II Pedro 3:13; Gén. 17:1-8; Isa. 35; 65:17-25; Mat. 5:5; Apoc. 21:1-7; 22:1-5; 11:15
Estructura Administrativa Iglesia
La Iglesia Adventista del Séptimo Día está
organizada con una estructura jerárquica bien definida, que concede
poderes y responsabilidades a representantes y oficiales. Cuatro niveles
definen la estructura de la Iglesia, desde el creyente individual hasta
la organización mundial:
1.| La Iglesia local está compuesta de creyentes individuales.
2.| El Campo o Misión local, está compuesta de varias Iglesias en un territorio definido que puede abarcar todo un Estado todo o partes de el.
3.| La Unión se compone de Campos e Misiones dentro de un territorio mayor (frecuentemente un agrupamiento de estados o un país entero).
4.| La Asociación General, la unidad mas extensa de la organización, está compuesta de todas las Uniones en todas las partes del mundo. Esas Uniones son agrupadas en Divisiones de la Asociación General, con responsabilidad administrativa para áreas geográficas particulares, que abarcan normalmente continentes enteros o grande parte de ellos.
Cada nivel refleja un proceso democrático de formación y elección. Iglesias locales eligen sus proprios oficiales. Estas mismas Iglesias eligen delegaciones para las elecciones en las Asociaciones o Misiones, que ocurren a cada dos o tres años. Un proceso semejante ocurre en las sesiones de las Uniones, Divisiones e de la Asociación General.
Dentro de estos cuatro niveles la Iglesia opera várias Instituciones. En todo el mundo, los adventistas sirven a las comunidades con los servicios mas diversificados posibles procurando siempre mejorar la calidad de vida de las personas. Educación, Salud, y otras áreas afines son prioridad.
1.| La Iglesia local está compuesta de creyentes individuales.
2.| El Campo o Misión local, está compuesta de varias Iglesias en un territorio definido que puede abarcar todo un Estado todo o partes de el.
3.| La Unión se compone de Campos e Misiones dentro de un territorio mayor (frecuentemente un agrupamiento de estados o un país entero).
4.| La Asociación General, la unidad mas extensa de la organización, está compuesta de todas las Uniones en todas las partes del mundo. Esas Uniones son agrupadas en Divisiones de la Asociación General, con responsabilidad administrativa para áreas geográficas particulares, que abarcan normalmente continentes enteros o grande parte de ellos.
Cada nivel refleja un proceso democrático de formación y elección. Iglesias locales eligen sus proprios oficiales. Estas mismas Iglesias eligen delegaciones para las elecciones en las Asociaciones o Misiones, que ocurren a cada dos o tres años. Un proceso semejante ocurre en las sesiones de las Uniones, Divisiones e de la Asociación General.
Dentro de estos cuatro niveles la Iglesia opera várias Instituciones. En todo el mundo, los adventistas sirven a las comunidades con los servicios mas diversificados posibles procurando siempre mejorar la calidad de vida de las personas. Educación, Salud, y otras áreas afines son prioridad.
AsociaciÓn General
|
||
Presidente: Ted Wilson
Secretario: G. T. Ng Tesorero: Robert Lemon Vice-presidentes: Armando Miranda Artur A. Stele Benjamin D. Schoun Delbert W. Baker Ella S. Simmons Geoffrey G. Mbwana Lowell C. Cooper Michael L. Ryan Pardon K. Mwansa |
12501 Old Columbia Pike, Silver Spring, MD 20904, USA
|
La Asociación General es la autoridad
máxima de la Iglesia. La Asociación General en sesión tiene autoridad,
por su constitución, para crear organizaciones subordinadas y promover
intereses específicos en varias secciones del mundo. Cuando surgen
diferencias entre organizaciones e instituciones, la autoridad mas
próxima es la que tiene poder para resolver el asunto.
DIVISIÓN SUDAMERICANA
|
||
Presidente: Erton Carlos Kohler
Secretario: Magdiel Perez Tesorero: Marlon Lopes
(SAD), Brasília, Brasil
mapa de la región |
SGAS Avenida L-3, Q 611, Mod. 75
|
DIVISIÓN INTERAMERICANA
|
||
Presidente: Israel Leito
Secretario: Elie Henry Tesorero: Filiberto M. Verduzco
(IAD), Miami, Estados Unidos
mapa de la región |
8100 S.W. 117th Avenue
|
DIVISIÓN NORTEAMERICANA
|
||
Presidente: Dan Jackson
Secretario: Alexsander Bryant Tesorero: Thomas Evans
(NAD), Silver Spring, Estados Unidos
mapa de la región |
12501 Old Columbia Pike
|
DIVISIÓN TRANSEUROPEA
|
||
Presidente: Bertil A. Wiklander
Secretario: Audrey Andersson Tesorero: Johann E. Johannsson
(TED), St. Albans, Inglaterra
mapa de la región |
119 St. Peter's Street
|
DIVISIÓN EUROAFRICANA
|
||
Presidente: Bruno Vertallier
Secretario: Gabriel E. Maurer Tesorero: Norbert Zens
(EUD) Berne, Suiça
mapa de la región |
Schosshaldenstrasse 17
|
DIVISIÓN EUROASIÁTICA
|
||
Presidente: Guilhermo Biaggi
Secretario: Vladimir Krupskyi Tesorero:
(ESD) Moscou, Rússia
mapa de la región |
Krasnoyarskaya Street 3
|
DIVISIÓN DE ÁFRICA CENTRO-ORIENTAL |
||
Presidente: Blasious Ruguri Secretario: Nathaniel Walemba Tesorero: Jerome Habimana (ECD) Nairobi, Kenia ver mapa da região |
3 Riverside Drive
|
DIVISIÓN DE ÁFRICA CENTRO-OCCIDENTAL
|
||
Presidente: Gilbert Wari
Secretario: Onaolopo Ajibade Tesorero: Emmanuel Manu
(WAD) Abidjan, Costa do Marfim
mapa de la región |
Cocody, Rue du Belier Lot 10
|
DIVISIÓN DE ÁFRICA DEL SUR - OCÉANO ÍNDICO
|
||
Presidente: Paul S. Ratsara
Secretario: Solomon Maphosa Tesorero: Goodwell Nthani
(SID) Harare, Zimbábue
mapa de la región |
Corner of Enterprise Road and Princess Drive
|
DIVISIÓN DE ÁSIA - PACÍFICO NORTE
|
||
Presidente: Jairyong Lee
Secretario: Akeri Suzuki Tesorero: Kenneth Osborn
(NSD) Koyang City, Coréia
mapa de la región |
Sam Hee Plaza (5th Floor)
|
DIVISIÓN DE ÁSIA - PACÍFICO SUR
|
||
Presidente: Albert Gulfan Jr.
Secretario: Saw Samuel Tesorero: Keith R. Heirich
(SSD) Cavite, Filipinas
mapa de la región |
Aguinaldo Highway, San Miguel II, Bypass
|
DIVISIÓN DEL PACÍFICO SUR
|
||
Presidente: Barry Oliver
Secretario: Lawrence Tanabose Tesorero: Rodney Brady
(SPD), Wahroonga, Austrália
ver mapa da região |
148 Fox Valley Road
|
DIVISIÓN DEL SUDESTE ASIÁTICO |
||
Presidente: John Rathinaraj Secretario: Gordon Christo Tesorero: G. S. Robert Clive (SUD) Tamil Nadu, Índia mapa de la región |
Jeevan Jyothi
|
Suscribirse a:
Entradas (Atom)